Anuncios como el de “Para que
se abran... las puertas” es otro de tantos en donde el claro destinatario es el
hombre. En este caso, hasta que no termina el minuto no se sabe si te están
vendiendo lencería (por las imágenes de la mujer mostrando la ropa interior), si
se trata de un anuncio en donde le están vendiendo que se apunte a un gimnasio
por la poca forma de él o… y sólo dura 1 minuto y 38 segundos...
Lo que está claro, es que una vez más, se utiliza el cuerpo femenino
como un reclamo o un objeto sexual, pasivo, al servicio de la sexualidad del
hombre.
Estereotipos que se reflejan en este anuncio sería en relación a la
mujer como objeto sexual, mujer fatal, espectacular, y por supuesto, siempre
bella. Estos mensajes obligan a la mujer a asumir el papel de agresividad
sexual para ser cada vez más valorada por el hombre, al menos es lo que intenta.
Ella misma se convierte, al aceptarlo, en objeto de deseo. En el caso de él,
totalmente opuesto a ella, desaliñado, en baja forma, todo lo contrario a un
hombre apuesto, además de torpe, una manera también de ridiculizarle porque
parece que lo que transmite el anuncio es que él solo no se vale ni para poner
los pantalones.
Anuncios como éste lo que hacen es representar o tratar a la mujer
como un objeto sexual, ignorando sus cualidades y habilidades intelectuales y
personales y reduciéndolas a meros instrumentos para el deleite sexual del
hombre.
Lo que transmite el anuncio es que el hombre si quiere tener una cita
sexual se lo tiene que currar y el anuncio hace un claro símil en abrir las puertas
con abrir las piernas de la mujer que le espera en su casa como ya ha comentado
alguna compañera.
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